2012-01-31

The Monster and the Girl


THE MONSTER AND THE GIRL
Director: Stuart Heisler. Con Charles Gemora, Ellen Drew, Robert Paige, Paul Lukas. USA, 1941
Por una vez, gracias a que un nietuco me lo ha recordado, he caído en que hoy es el Día Mundial del Traje de Gorila.
Ya saben ustedes que aquí en el Desván pasa con esta fecha como con los No Cumpleaños del Sombrerero de Alicia: que para mí todo el año son días simiescos. Mas ya que coincide la cosa, aparte de conminarles que LEAN MI ARTÍCULO AL RESPECTO EN EL ÚLTIMO MONDO
BRUTTO, voy a informarles de una de las cumbres del Cine Primate, perla rara y extraña que constituye a la vez la obra máxima del eximio Charles Gemora, aquel pequeño e ingenioso filipino, factor de efectos especiales, escultor y pionero del cine que fuese uno de los miembros de los Tres Titanes del Traje de Gorila. O lo que es lo mismo, el más nombrado caballero que jamás vistió uniforme semejante. Si quieren información abundante sobre él y sobre el tema, ya les digo: rásquense el bolsillo y compren el último Mondo Brutto, demonios, que está a precio anticrisis y ya está bien de dárselo todo gratis, carallo!

Incorporado al departamento de maquillaje de la Paramount Charles Gemora rueda durante los años cuarenta un buen puñado de filmes en donde aparece bajo su hirsuto uniforme, alegrando las más de las veces funciones que de no ser por su intervención hoy serían piezas completamente olvidadas. No es el caso de esta secreta joya del Fantástico Clásico, poco conocida e indudablemente merecedora de mejor suerte. Para el filipino es su obra maestra, el único filme de miedo en el que tiene papel protagónico y hasta con matices psicológicos, que para eso encarna una fantasía repetida en noveluchas y tebeos que hasta el momento no había asomado a las pantallas: la del gorila con cerebro humano.
La historia de The Monster and the Girl, prístino título, es algo enrevesada. Mitad serie negra, mitad película de monstruos, cuenta la peripecia de una cándida joven de pueblo que se pierde en la gran ciudad, acabando engañada por un falso marido que le hace creer que está casada con él y la vende después a una banda de malhechores que la coloca a trabajar de puta. Para acabar de arreglarlo, su novio, quien aspira a rescatarla, es juzgado y ejecutado por un crimen que no cometió, yendo a parar su cadáver a manos del maestro de sabios locos George Zucco, de quien les hablé largo y tendido AQUÍ, habitante glorioso de las cavernas del fantástico más abyecto. Zucco, muy en su línea, proclama a voces el propósito de “dar un paso de mil años en la evolución de la especie humana” y con tal objeto trasplanta el cerebro del muerto al cuerpo de un gorila. Desde entonces la criatura no piensa más que en escapar de la jaula y matar a palos a cuantos se compincharon para perderle a él y a su novia…
Bellos planos del simio, asesinatos de ritmo milimétricamente cronometrado, una fotografía en preciso blanco y negro y unos actores malencarados que devienen perfectos arquetipos son factores más que sobrados para incrementar al máximo el disfrute de esta pulp fiction cruel e inverosímil. Sus personajes amorales, chungos o fracasados, los gángsters de sombrero, bigotillo francés y ojos que taladran y esos dos gloriosos iconos del Pop que son el mad doctor y el gorila acaban por dotar a la cinta de un halo malsano que la eleva hacia las cumbres del género.


Buena parte de su fuerza cabe atribuirla a un increíble Gemora, capaz de expresar las emociones del monstruo como lo había hecho años antes Karloff bajo el maquillaje también aparentemente opaco de Frankenstein. Pero así como a San Boris le valió convertirse en estrella, el nombre de Gemora, la auténtica estrella del filme ¡¡ni siquiera aparece en el reparto, y eso que hasta se molestan en mentar el de un perro que interviene en un par de secuencias!!

2012-01-27

Mandrágora

ALRAUNE

Director: Henrik Galeen. Con Paul Wegener, Briggitte Helm, Ivan Petrovitch. B/N. Alemania, 1928.
Conocerán muchos de ustedes, quiero pensar, el mito de la Mandrágora, aquel que tanto agrado suscitó entre alquimistas y filósofos del Antiguo Régimen: creación de vida artificial, cuento prometeico por el que el hombre se iguala a Dios, semilla de todos los Frankensteines y su variada prole. Oigamos las palabras que le dedica el sabio Juan Eduardo Cirlot en su prodigioso Diccionario de Símbolos:
"Planta a la cual se atribuían virtudes mágicas por tener las raíces una figura parecida a la humana. Es una imagen del alma, en su aspecto negativo y minimizado, en la mentalidad primitiva". Añadiré yo que la mejor forma de fecundar una de estas plantas para obtener un homínido es recoger el semen de un ajusticiado en la horca y derramarlo a medianoche sobre la raíz en cuestión. Dicen que después de proferir horrendo aullido, vida consciente y ambulante se insufla en ella. 
Hans Heinz Ewers, decadente escritor alemán de quien pueden saberlo todo si pinchan AQUÍ y van al sapientísimo Magazine de Entreguerras del Signor Formica, tomó esta primigenia idea para urdir una fábula morbosa y enfermiza que convirtió en novela titulada precisamente Mandrágora. Es la historia que sirvió de base al filme que hoy les traigo a colación. 
Don Pablo Wegener, ese actor prodigioso de físico desbocado a quien todos ustedes conocen por ser El Golem (1920), es en este Alraune científico ensoberbecido empeñado en dilucidar hasta qué punto la herencia genética pesa sobre nuestras vidas. Para comprobarlo no se le ocurre mejor cosa que inseminar artificialmente a una prostituta con la semilla de un criminal condenado a muerte. El resultado es una niña a la que, como a la mandrágora botánica fecundada por el esperma de un ahorcado, faltará la llama de la vida.
O al menos eso se cree el perturbado Wegener. Deseoso de comprobar hasta qué punto mandan en la criatura los degenrados cromosomas de sus padres, manda el científico que la mocita sea educada en un internado monjil; sus malos instintos, ay, no tardan en aflorar. Fugada de semejante institución se convierte en perdición de los hombres, arruinando a un estudiante, un mago de circo y un domador de fieras. Cuando su mismo “padre” la pretenda, Mandrágora jugará con él hasta volverle loco de celos, castigo por haber querido igualarse a dios... como le sucedía a Erich Von Stroheim en el remake de 1952, del que ya les conté hace tiempo AQUÍ.
El filme recrea a lo grande el mito de la Mujer Fatal devoradora de hombres. Que no quiere decir otra cosa que hembra que ejercita su sexo –motor subterráneo de la película- en completa libertad. Cosa que como ustedes sabrán, provoca pánico en los corazones de los pobres machitos, soñadores de un dominio que se nos niega. Melodrama fantástico, un exceso de moraleja le impide convertirse en pieza mayúscula. Y un sentido del ritmo algo moroso, con perdón de don Henrik Galeen...

2012-01-23

Los mostachos de Salgari

Nuestra famosísima serie Grandes Personas con Bigote se honra en presentar a Don Emilio Salgari 

No hay bajo el Sol apenas nada que pueda presumir de ser único: mucho menos mi infantil devoción por el grande italiano Emilio Salgari, compartida a buen seguro por todos ustedes. Uno leía a Verne, a Rider Haggard, al capitán Gilson, a otras luminarias de la aventura con extremo gusto y placer, pero rara vez con la emoción a flor de piel con que se devoraba al desdichado autor italiano, Mártir de los abusos del Editor; santo Patrón, por tanto, de cuantos esforzados plumillas han sufrido en sus carnes alguna de las jugarretas de este colectivo tan dado, ay, a las trapacerías.

No es de extrañar, por cuanto los bigotes de don Emilio eran sin duda más contundentes y decididos que las reflexivas barbas de otros nombres que todos tenemos en mente: donde los demás autores ponen amplias descripciones de países exóticos o divulgadores principios científicos, Salgari no coloca sino grano y nada de paja. Si algo ha de entretenerse en describir más allá de la acción rara vez será un paisaje; antes explicará porqué los krises malayos tienen forma ondulada, para producir gangrena en las heridas, o cuáles son las inventadas costumbres de animales y pueblos casi desconocidos, o cómo llevan a cabo los thugs sus rituales de muerte. Todo lo que no apele a lo sensacional cae fuera de su interés, lo que su público aplaude y agradece. No tanto al sosegarse con la edad, mas sí en sus primeros pasos literarios...

Todo animal es aquí salvaje fiera; toda fiera está presta a atacar; cuando lo haga, el autor describirá minucioso cómo el marfil de sus dientes hunde la carne, desgarra el músculo y hace que la sangre brote... y es que no hay como un poco de morbo y crueldad para hacerse con cualquier lector.  

Vean aquí, en estas imágenes que hoy traigo, amplia prueba de ello. Proceden de una colección de relatos cortos que la madrileña editorial Gahe publicase al comenzar los años sesenta en cuadernos de dieciséis páginas, último avatar del folletín; todos consagrados a Salgari y todos sobrados de emociones fuertes. Plástica es su prosa, toscos y sinceros los dibujos que le acompañan. Basta ver la disposición de sus cubiertas, o esas contraportadas donde invariablemente asoma una recua de piratas de parche en ojo, damas en peligro, indios de plumas, negros de aro en oreja y otras encarnaciones del odio a la vulgaridad y a lo cotidiano que encierra el ánima de cada devorador de aventuras. 

Recréense con tan insólitas imágenes, hoy absolutamente impensables en productos dirigidos a los niños, empeñados como estamos en criarlos en un limbo de necedad y falsa inocencia que poco les atrae y nada les beneficia. Mordiscos, cadáveres, latigazos y dentelladas: contundentes certezas y emociones, la especialidad de aquel italiano prolífico, soñador y triste como pocos...   
"No le valieron al infeliz prisionero los ruegos ni las lágrimas. Fue violentamente arrancado del suelo, donde se hallaba el soberano que le había condenado a ser pasto de las fieras. Le ataron sólidamente a lomos de un caballo y escoltado por treinta amazonas del rey armadas con fusiles y nyeckplohentos fue conducido a orillas del río Langos, donde abundan los leones, los leopardos y las hienas".



"Si por desgracia cae un hombre al mar se precipitan los tiburones sobre su presa como si fueran verdaderos tigres. Con unos pocos coletazos se lanzan sobre el desgraciado, abren las terribles fauces armadas de tres hileras de dientes planos y duros como el acero, y ¡crac!... El hombre desaparece por completo en dos bocados".


"La fiera había plantado sus garras en la garganta del pobre indio y destrozaba horriblemente aquel pobre cuerpo, sorbiendo ávidamente la sangre que brotaba".

"Durante muchos años estos monstruos viven en familia en los más intrincados bosques del África Central, pero cuando empiezan a envejecer se hacen solitarios y vagan por las junglas. Acércanse a menudo hasta las aldeas para raptar a las mujeres, que estrangulan, arrancándoles después las uñas de las manos y de los pies".

"En diabólica pesadilla culminó la aventura del pequeño explorador, expuesto durante horas interminables a caer de su refugio vencido por el cansancio y perecer entre las fauces de los lobos, que nunca renuncian a perseguir a sus presas".  

"El negro, que se había visto sorprendido por aquel colosal enemigo, se halló envuelto entre los anillos del reptil, sin tiempo para sacar de su faja el cuchillo que llevaba en ella. Otro cualquiera pronto se habría visto reducido a una pelota de carne sanguinolenta..."

"Aquel continuo vaivén trae y lleva de un lado a otro los numerosos cadáveres de blancos y amarillos esparcidos por la cubierta. Buen número de chinos yacen muertos por el suelo, mientras los cuerpos exánimes de otros, sujetos por las cuerdas, quedan balanceándose cual trofeos de la sangrienta victoria".
Como empezamos, entre fauces de tiburones, terminamos por hoy. Si ustedes gustan, la próxima vez colgaré aquí enterito el más cruel entre estos cuentos sangrientos, "Un héroe persa", que de seguro ha de excitar su sano interés...

2012-01-17

Actualidades urgentes- 3: Mondo Brutto y más

Ya lo dije con ocasión de la salida del último 2000Maníacos: se ve que los fanzines, esa especie en vías de extinción, son como el vino, y conforme envejecen sus factores no hacen más que mejorar. Acaba de aparecer el Mondo Brutto, un número verdaderamente antológico repleto de conocimiento, escepticismo y socarronería, ingredientes habituales de la publicación aquí agigantados. Alguno he oído que decía que la revista ya no es la que era: tiene razón, es mejor. Un tocho de casi doscientas páginas finamente ilustradas donde se citan temas de obligado interés, imposibles de encontrar en cualquier otro lugar incluyendo la red de redes entera.

A ver quién da más: un superdossier confecionado por su Abuelito en el que se desgranan obra y milagros de los Tres Titanes del Cine Primate, los inmortales Emil Van Horn, Charles Gemora y Ray "Crash" Corrigan, personas llenas de talento que se ganaron el pan recorriendo Hollywood con sus trajes de gorila, dieciocho páginas abarrotadas de información sobre vidas extremas y películas locas; un reportaje sobre los Monos Artistas que no se lo salta un torero; la crónica de la arquitectura Pop Espacial de nuestra Piel de Toro a cargo del gran Galactus; un completo informe acerca del pintor y mago Austin Osman Spare redatado por la sabia pluma de Grace Morales; las andanzas de ventrílocuo Señor Wences, el único español que tiene una calle en Manhattan para él solito; entrevistas con el Fakir Kirman, de Cornellá al estrellato; un dossier criptozoológico sobre yetis, pies grandes y demás hirsutos antropoides; las drogas en la España de los años veinte; las acostumbradas disgresiones sociológicas sobre temas de actualidad como el tabaco, los mercados o la televisión española...    
Una nómina, ya ven, de quitar el hipo; un índice cuyo interés no hace falta ni resaltarlo; una OBLIGACIÓN para cualquier persona cabal en estos convulsos tiempos... ¡¡¿Qué hacen ahí que aún no han salido corriendo a comprarlo?!! ¡¡Sus neuronas se lo agradecerán!!  

Esta cubierta pelín seriota y nada pop corresponde a otra novedad, el último nº de Arbor, que publica el sesudísimo Consejo Superior de Investigaciones Científicas. No se engañen: es un volumen consagrado por entero a la Historia del Tebeo Español, nada menos, un tema imprescindible desglosado en varios artículos entre los que reluce el de mi queridísimo amigo señor Porcel, que desgrana el devenir del medio en nuestros atribulados años cincuenta... Hacerse con él es, como suele suceder con estas publicaciones oficiales, muy difícil, mas si pinchan AQUÍ podrán, de forma completamente GRATUITA, descargárselo en PDF en sus computadoras domésticas. Hala, a leerlo que a fin de año haré examen!  

Y por si tanta novedad fuera poca, ha salido el nuevo BARSOOM; como siempre una delicatessen para quienes amamos la literatura popular: relatos inéditos de Howard, Talbot Mundy o Sax Rohmer, artículos sobre Charlie ChanMíster Moto, el misterioso Señor Wong y otros detectives orientales; aventureros espaciales, justicieros urbanos, fuerzas coloniales, monstruos y salvajes: todo el magnífico mundo del Pulp de nuevo a nuestros pies..

2012-01-11

El misterio de la Torre Eiffel

LE MYSTERE DE LA TOUR EIFFEL
Diractor: Julien Duvivier. Con Felicien Tramel, Regine Bouet, Gaston Jacquet, Jimmy Gaillard. Francia, 1927

¡¡Menudo serial me acabo de ver, nietucos!! Francés, como el folletín mismo; de 1927 y dirigido por el enorme Julián Duvivier, de quien no hace mucho les hablé AQUÍ a cuenta de su versión de El Golem. El misterio de la Torre Eiffel es su título, y lo que yo he visto, como tendrán que hacer ustedes, es lo llaman los yankis la feature version, esto es, el remontaje en forma de largometraje de los capítulos convenientemente recortados, algo hoy muy de moda. No ha sobrevivido otra cosa.
Bebe de las fuentes primigenias, con su paisano Louis Feuillade a la cabeza, mas no tarda en trascenderlas con su aire humorístico, su moderna narrativa, el uso de una cámara inquieta y un desfile de prodigios y acción que hubiesen mareado a no dudar al responsable de Fantomas o Judex. No en vano han transcurrido algunos años desde entonces, que cuentan como siglos en lo que al narrar en imágenes se refiere...
Su comienzo no puede ser más glorioso: dos hermanos siameses de pega vestidos de charros mejicanos exhibiéndose en una barraca ambulante en las afueras de París. Se sigue de inmediato una herencia, una personalidad suplantada y un derroche incesante de lo que entonces es actualidad y hoy sabemos constituye médula de lo folletinesco, acervo de lugares comunes que vienen a demostrar que la realidad nunca es lo que parece y que lo cotidiano no es más que convención tras la que acecha siempre, para nuestra felicidad, lo extraordinario. 
Un pérfido aristócrata, un chino malo de largo y fino bigote, una voz misteriosa que interrumpe las emisiones de radio para soltar incomprensibles galimatías, una recua de encapuchados vestidos con negra sotana, un intrépido botones, perfumes narcóticos, avionetas que persiguen automóviles, máquinas siniestras de las que sueltan chispazos, un templo subterráneo donde criminales sectas ejecutan oscuros rituales y hasta un combate final en el que la Torre Eiffel muta en plató en prodigiosas secuencias llenas de auténticas cabriolas sin trampa ni cartón. De nada falta.
Ni siquiera la ironía: el protagonista es regordete, talludo, de incipiente calva y cachazudo ademán, un antihéroe encarnado en doble papel por el prolífico, hoy olvidado, cantante y actor Felicien Tramel, de quien pueden saberlo todo si pinchan AQUÍ.
Nadie cabal puede aburrirse, que para eso su lenguaje es como de hoy mismo, con primerísimos planos, uso metafórico de los recursos cinematográficos, un montaje audaz, personajes bien definidos, fotografía de la que sabe crear ambiente e incesante acción... Un filme feliz, nietucos, de los que desbordan entusiasmo por los cuatro costados...  

2012-01-07

Jaime Tomás y las Brujas

LAS PERIPECIAS DE MARUJITA
Ocasiones hay, no muchas por fortuna, en que los acontecimientos de nuestro triste mundo afectan de algún modo al feérico universo tan cercano y lejano a la vez. No es de extrañar que en 1939, nada más acabar la Incivil Matanza, la niña Marujita viese como el País de las Hadas se cubría de espesa niebla para alegría y contento de brujas, trasgos, ogros y demás amenzantes especies.
Nació Marujita de la mano de José Mª Huertas Ventosa y del ilustrador Jaime Tomás en las prebélicas páginas del semanario Mickey, sin que llegase allí a alcanzar entidad propia. En la Barcelona recién hollada por las tropas victoriosas comenzaron a aparecer sus cuentos, intentando poner color en una realidad hecha de sombra y harapos, editados por el imprescindible Molino, en paupérrimo papel que permitiese el recreo del pobre, por entonces la gran mayoría... 
Supo Jaime Tomás como nadie reflejar en su trazo el Lado Oscuro del mundo encantado con su trazo expresivo, algo grotesco, como alumbrado por cierta melancolía . De Tomás ya les mostré AQUÍ su espectacular Monstruo de Acero; de Marujita les narré también en ESTE otro sitio. Víctima tardía, como tantas otras, del Incivil Conflicto, murió prematuramente don Jaime de miseria y tuberculosis en 1941, dejando obra múltiple claramente orientada hacia lo fantástico. Poco a poco irá por aquí desfilando, que para eso es venerado como merece en este Desván.  
A mí bien me hubiese gustado frecuentar los misteriosos bosques donde habita Marujita, esa niña valiente y nada cursi que no duda en enfrentarse a arañas caníbales, meigas desdentadas o villanos duendes. Por más que fuera inevitable pasar un mucho de miedo frente a tales asechanzas: como en la vida misma, pero rodeados al menos de bizarra poesía...