2011-03-29

Gough el Grande

Nuestra siempre imitada y nunca igualada serie CINE PRIMATE presenta respetuoso homenaje a la más grande estrella de cine fallecida este mes de marzo de 2011, con un... Programa Simiesco Doble Especial MICHAEL GOUGH!!!


, nietucos, para que luego vayan diciendo que el Abuelito no presta atención a la más rabiosa actualidad: enterado como estoy de la muerte, el pasado 14 de marzo, del gran Miguel Gough, acudo raudo a rendirle la pleitesía que merece como Grande del Fantástico que fue. Ya conocen la costumbre: a burro muerto, cebada al rabo.

Noventa y tres años paseó por este mundo don Miguel su rostro adusto y señorial, caballero británico de los que uno imagina sentado en su mansión entre libros viejos, perros, valets y mayordomos; hombre con indudable clase, tipo adusto, severo, un punto cruel, que trabajó en teatro y cine del llamado serio antes de ser abducido por el granuja de Herman Cohen, avispado productor de series B a Z que le sumergió de lleno en los abismos del fantástico más grotesco. En la foto lo tienen, jugando a damas con un tigre.


Supo don Miguel en esos años permanecer impertérrito recitando convincente papeles desquiciados sin perder ni una sola vez su flema y su altivez, como si interpretase cualquier atormentado personaje shakesperiano en lugar de a sabios tronados y psicópatas del más diverso pelaje. Su presencia dio al cine de Cohen una categoría señorial que sus loquísimos argumentos estaban muy lejos de tener. Y los fans, caprichosos que somos, lo recordaremos siempre muy agradecidos entre gorilas de trapo y crímenes granguiñolescos en filmes como Horror en el Museo Negro, La casa de los horrores del Dr. Terror o estas dos joyas simiescas que hoy traigo a colación:
KONGA Director: John Lemont. Con Michael Gough, Margo Johns, Jess Conrad, Claire Gordon. Gran Bretaña, 1961.

Un divertidísimo exploit de King Kong en el que el gran Gough deleita de nuevo con su papel de científico trastornado y orgulloso, resentido con toda la clase médica respetable. Y todo porque al regresar de una de sus expediciones africanas trae consigo algunos ejemplares que no son del gusto de sus colegas más ortodoxos. Mantiene en su casa un invernadero de repollos gigantes, a los que alimenta con sangre y trozos de bistec bien generosos; a cambio, las plantas se mueven y despliegan verdes tentáculos de lo más curioso. Por si fuera poco cuenta con los servicios de un pequeño chimpancé, Konga, que le sirve el desayuno en bandeja por la mañana y a quien inyecta cada día zumo de planta carnívora, según le enseñara un médico brujo allá en la selva.Gough no para de hipervitaminar a Konga hasta convertirlo en un gorila adulto, enviándolo por las noches a cumplir sus criminales designios en vano intento de hacerse respetar por el establishment científico. Mas ya saben que la avaricia rompe el saco, y tanto potingue raro le da Gough al simio que éste termina por mutar en un King Kong que después de arrasar medio Londres agarra a su artificial progenitor y lo estruja en una de sus colosales manos, antes de ser abatido junto al Big Ben. Fotografía ajustada, ritmo enloquecido, argumento que es puro delirio y desvergüenza a raudales: nada mejor para una tarde de sábado...
BLACK ZOO Director: Robert Gordon. Con Michael Gough, Jeanne Cooper, Rod Lauren, Virginia Grey. Gran Bretaña, 1963
Como Konga, el guión de este Zoo Negro corre a cargo de su productor don Germán Cohen, garantía de desquicio, divertimento y despiporre a partes iguales. Y de impecable factura técnica, todo hay que decirlo. Es Gough aquí el hosco y cruel dueño de un cutrísimo jardín zoológico, amenazado por especuladores que de allí lo quieren echar. En sus ratos libres toca el órgano, inequívoco signo de maligna chifladura, y llena el salón de su casa con tigres y leones, sentándolos en los sofás y manteniendo con ellos animadas charlas. Dispuesto a todo para conservar sus extravagantes costumbres, convertirá a las fieras en instrumentos asesinos a su servicio. Mantienen sus bestias aureola de amenaza, trátese de felinos, del gorila Víctor o de un chimpancé que fuma todo el tiempo, muy lejos de la edulcorada mirada que desde Disney proyectamos las personas sobre los animales feroces. Encastillado en un mundo propio y perturbador, entregado en cuerpo y alma a una causa absurda y hasta sádica, Gough ejerce el mal con convicción absoluta; su militancia al lado de los adoradores del Reino Animal es en él forma suprema de rebeldía contra una humanidad a la que desprecia. Un papel que le emparenta en su misoginia y altanería con el que San Bela Lugosi representase tantas veces en los filmes de la Monogram, privilegio singular que bastaría por sí solo para beatificar en los altares a tan egregia figura del Fantástico.... ¡Viva Germán Cohen! ¡Viva don Miguel Gough!

2011-03-26

La verdad está ahí fuera...

ROBERTO CONTRA LOS ASESINOS DE OTROS MUNDOS

La mentira es terca, y todavía hoy, ay, quedan ignorantes a mazo de los que desprecian a Alcázar... ¡¡por facha!! Media vida llevo intentando convenecerles de que don Roberto es la creación bizarra más completa y perfecta de España, y nada, que ni por esas, empeñados en ver a Franco donde no hay más que pop de derribo, como dicen ahora ustedes los modernos.

Y como cantan papeles y mienten barbas, viene hoy, aunque sea a contrapelo, otra de las afamadas Selecciones Alcazarianas del Desván. Un reparto generalizado de estopa, como es costumbre en nuestros héroes, que alcanza a seres de toda clase y condición, del gigantesco gorila al marciano cabezón, pasando por el pterodáctilo a lo nipón o el Hombre Pez de la Laguna Negra. Más generosa la oferta no puede ser. Los marcianos han llegado a la Tierra: Roberto Alcázar será embajador idóneo para recibirlos como merecen...

Venga de brujerías y magnetismos hipnóticos, venga de reptiles volantes asediando los cielos, vengan góticos autómatas asesinos, que aquí hay de todo como en botica!!! ¡Y no queda otra que sentarse a disfrutarlo!! Salió esta Serie Extra de Pedrín y Alcázar a mediados de los sesenta, aggiornando el aspecto de los dos castizos detetectives y hasta cuidando, por una vez, su imagen. Vean sino qué primor revelan portadas, cómo hasta los pelos del mamut que tiene a Pedrín enfilado pueden contarse uno a uno, qué brillante platillo sobrevuela a nuestros héroes mientras ejercen su cotidiana labor...

En fin, ya sé que quienes mantengan la fe del carbonero en sus críticos y gurus, no sabrán apreciar en nada tan poderosas imágenes, esclavos del prejuicio como son... El resto, sumérjanse alegres en este festín de valor y bizarría que nos trae, como acostumbra, el más grande de todos los héroes del Trash nacional...

2011-03-22

Condemned to live

CONDEMNED TO LIVE
Director: Frank Strayer. Con Ralph Morgan, Mischa Auer, Pedro de Córdoba, Maxine Doyle. USA, 1935

Da cuenta este filme modesto y errático de la más extraña variación de vampirismo de cuantas han llegado a mis oídos, excluidas, claro está, esas modernas extravagancias de chupasangres lánguidos, guapos y adolescentemente atormentados que poco pueden interesar a quien ya no ha de volver a cumplir los ochenta años. Condemned to live pertenece al territorio de sombra, encanto y prodigio que poco antes iniciara el seminal Drácula, bien que no sea sino pobre explotación, hija de una ignota y paupérrima productora, Invincible Films, de tan optimista nombre como menguado presupuesto.

Vampirismo prenatal, contraído por el pobre Ralph Morgan cuando su madre, llevándole en el vientre, fue mordida en África por un murciélago de goma. Lo conoceremos mucho después, establecido como médico en el pueblo donde se desarrollaba La novia de Frankenstein, alquilado a la Universal junto con el vestuario para el rodaje de este Condemned to live. Paisaje, pues, de piedra, tiniebla y pueblerinos con antorchas, con un vampiro que no está muerto, sino que sufre teleles nocturnos que despiertan su sed de sangre cuando sale la luna llena. Se desahoga dando mordiscos a las mujeres que duermen plácidamente en su lecho, aunque como en las más fuertes resacas por las mañanas no se acuerde de nada.

Casi anciano, el buen doctor mantiene una pasión hoy muy mal vista, pues pretende casarse con su virginal ahijada a despecho de los deseos de ésta, que se inclina por un mozo más de su edad. Personaje no tan prístino como en principio asemeja, Ralph Morgan cuenta además con ayudante jorobado, aficionado a merodear cavernas y tañer colosal campana de iglesia a la manera de Quasimodo. Encarna tan ortodoxo deforme Mischa Auer, un actor de los que se dicen, no sé muy bien por qué, "de carácter", un poco en la línea de ese jovencito, Steve Buscemi, que tanta devoción suscita ahora. Voverá don Mischa por estos pagos, fetiche del cine loco como es.

La historia es lo suficientemente excéntrica como para conservar su interés, lo mismo que el placer asegurado que representa ver en acción tanto a Auer como al gran Ralph Morgan, icono del fantástico más barato a quien ya les presenté AQUÍ. Lástima que una dirección plana impida la creación de la necesaria atmósfera -a lo que tampoco ayuda su rutinaria fotografía- pero qué caramba, es filme de vampiros adustos y venerables, mucho más que suficiente para que merezca ser recibida con indecible alborozo...

2011-03-18

Fantástico Pumby

Nuestra afamada sección Grandes Personas con Bigote se honra en presentar a don
José Sanchis Grau


LAS MIL VIDAS DE PUMBY

Un tontísimo prejuicio ha hecho creer, desde dios sabe cuándo, que toda obra concebida para el público infantil es por naturaleza inferior a cualquier otra que se dirija a un público pretendidamente adulto. Una sandez, a poco que se pongan a pensar, pues no depende de su receptor la valía de una creación, sino de la del propio artista que la ejecuta. Así, cargados de paciencia ante tanta estupidez, vemos como cine, ilustración de cuento o dibujo de tebeos para niños (antes, que ahora ya no hay por estos lares) pasan desapercibidos o son como mucho mirados con insultante condescendencia a la hora de elaborar la historia del medio. Y sus autores enviados, con un poco de suerte, al Limbo, cuando no directamente al olvido.

Pocos tebeos pueden presumir de derrochar un caudal de fantasía tan abundante como el que muestran las aventuras de Pumby en sus cientos de episodios. Los años sesenta son la era de gloria de este gato, creado por don José Sanchis Grau para el semanario homónimo en la primera mitad de la década anterior. Miles de páginas testimonio de su éxito popular, que muestran un manejo asombroso de la secuencia, del movimiento, del ritmo, un absoluto dominio de los códigos de la aventura. Se leen sus historietas con la pasión y el asombro del mejor relato fantástico, porque ante todo Sanchis es gran narrador gráfico, coherente y respetuoso siempre con sus lectores.
Habitante de cuanto universo forme parte de la cultura popular, Pumby no se priva de nada: viaja en el tiempo, navega por mares y espacios, enfrenta piratas, conoce mundos oníricos de objetos animados, nuevas dimensiones habitadas por botijos, chimeneas, esculturas o juguetes parlantes; alterna con las fuerzas elementales de la naturaleza; tiene por amigo íntimo a un mad doctor con aspecto de chivo y celebra, viñeta tras viñeta, esa fiesta inmensa de colorines que es la vida. O debiera ser, vamos.




Corresponden estas imágenes a la colección Libros Ilustrados Pumby, ediciones de lujo que reeditan, de 1968 al 75, historietas de la revista montadas como álbumes a la francesa. Están realizadas por José Sanchis, junto a otros autores: Edgar, Soriano Izquierdo, José Luis Macías, José Lanzón, Liceras... Volverá Pumby por el Desván, y don José Sanchis, que su genio lo merece de sobras. Y ustedes debieran agradecerlo, a poco que sean personas cabales...